La
población indígena de El Salvador se dividía en dos grandes familias:
los autóctonos lencas, absorbidos culturalmente por los pueblos
invasores mayas y nahuas (uno de los grupos aztecas); y los pipiles,
mucho más numerosos y descendientes de las migraciones nahua, como
demuestran las fuertes influencias lingüísticas del náhuatl (lengua
predominante entre los aztecas).
Los
pipiles dan nombre a las tierras del Centro del país, como Cuzcatlán y
fundan un centro cultural y politico del mismo nombre, cerca de la
actual San Salvador
Los
pipiles mantuvieron las estructuras económicas, sociales y políticas
de los nahuas. Conservaron la propiedad de la tierra comunitaria
dividiendo las grandes áreas de influencias de los poderosos
caciques en calpullis o
parcelas de tierra suficientes para alimentar a una familia. Los
principales grupos sociales eran los nobles y los sacerdotes
(pipiltun)
quienes compartían el poder político con los guerreros. Al igual
que los aztecas, eran los guerreros quienes elegían a los caciques,
es decir, jefes militares. Con el tiempo los caciques dejaron de ser
elegibles y se formaron cinco cacicazgos hereditarios: Apanecatl,
Apastepl, Ixtepetl y Guacotecti y un gran centro religioso, Mita.
La
base de la pirámide social pipil estaba formada por comerciantes,
artesanos y el "pueblo" (macehuotlín).
Los macehuotlin, aparte de cultivar los calpullis, tenían la
obligación de trabajar las tierras de los sacerdotes (primeros
propietarios de las tierras). Los prisioneros de guerra eran
desposeídos de todos sus derechos y como esclavos se ocupaban de
trabajar para las clases dominantes.
En
lo referente a la artesanía los especialistas destacan que El
Salvador fue el centro de producción, y exportación, de una
cerámica peculiar muy apreciada por su característico brillo
metálico.
En la esfera religiosa, rendían culto a los dioses nahuas: Quetzalcoatl, la serpiente emplumada, y a Tlalos, dios de la lluvia y de la fertilidad.
La llegada de los españoles acabó con la cultura de los pipiles.
En la esfera religiosa, rendían culto a los dioses nahuas: Quetzalcoatl, la serpiente emplumada, y a Tlalos, dios de la lluvia y de la fertilidad.
La llegada de los españoles acabó con la cultura de los pipiles.
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